Delirios de la realidad
domingo, marzo 05, 2017
Son esas cosquillas de las que molestan, angustian y a la vez hacen reír.
Hambre de levantarse la capa de pereza que envuelve la esencia.
Nervios que le escupen a uno de la rutina, que le hechan de sus entrañas y le atrapan aún no lo quiera.
Ansias por escribir, por conocer, por indagar, por expresar.
Insaciable.
Ilimitado.
Y agotador a veces.
Divierte, abstrae, aleja y acerca a la realidad.
¡Dualidad eterna, amor y odio implícito!
Relación compleja la mía con la escritura, casi inestable. Diría que es una enfermedad sin cura que me enajena de obligaciones, responsabilidades y a la vez me hace crecer y jamás dejar de ser aprendiz.
Pero en la ignorancia vivo y muero. Muero porque navego para saber y saber y saber.
Siempre hay un lugar para él.
Para las palabras, el conocimiento. Nada hay de acertado o correcto en ellas ni en él, pero si de aproximaciones. Ni siquiera la ciencia se fosiliza en una hipótesis, cambia, crece y se actualiza.
Nacen especulaciones, descubrimientos, investigaciones, artículos que forman en nuestras mentes ideas, sabidurías, inteligencias...
Dos manos, diez dedos y un cerebro poderoso el nuestro: sin esa conexión de apariencia sencilla no habría palabras, no coexistiría esta arma, no se gozaría de este arte.
Sin ellas me faltaría el aire, un pedazo de corazón, otro de alma y otro de cerebro.
Ellas han construido un mundo alrededor de mi mundo y no dejan ni dejarán de crear otros. Pero confesaré que deseo con frenesí construir un planeta con mis manos, solo que me da miedo y pereza en ocasiones. Y sin embargo quiero verlo, tocarlo con las raíces de mi pensamiento.
Y es más, que otros lo visiten, aunque esté a unos pocos años luz.
De tal forma dejar de soñar y empezar a luchar por esta quimera. Y transformarla en una evidencia tangible, real y a la par imaginaria.
Escribir...
Pero en la ignorancia vivo y muero. Muero porque navego para saber y saber y saber.
Siempre hay un lugar para él.
Para las palabras, el conocimiento. Nada hay de acertado o correcto en ellas ni en él, pero si de aproximaciones. Ni siquiera la ciencia se fosiliza en una hipótesis, cambia, crece y se actualiza.
Nacen especulaciones, descubrimientos, investigaciones, artículos que forman en nuestras mentes ideas, sabidurías, inteligencias...
Dos manos, diez dedos y un cerebro poderoso el nuestro: sin esa conexión de apariencia sencilla no habría palabras, no coexistiría esta arma, no se gozaría de este arte.
Sin ellas me faltaría el aire, un pedazo de corazón, otro de alma y otro de cerebro.
Ellas han construido un mundo alrededor de mi mundo y no dejan ni dejarán de crear otros. Pero confesaré que deseo con frenesí construir un planeta con mis manos, solo que me da miedo y pereza en ocasiones. Y sin embargo quiero verlo, tocarlo con las raíces de mi pensamiento.
Y es más, que otros lo visiten, aunque esté a unos pocos años luz.
De tal forma dejar de soñar y empezar a luchar por esta quimera. Y transformarla en una evidencia tangible, real y a la par imaginaria.
Escribir...
Inventar un mundo, una dimensión, una existencia inexistente.
Con mis aliadas las palabras.
By: Láurea C.G
By: Láurea C.G
PD: Tenía ganas de escribir, hacía tiempo que no publicaba nada y/o me lo quedaba para mí. Me gusta, me sirve para expresarme, desahogarme, entrenarme y entrenarme y no dejar de hacerlo.
1 comentarios
Y como esos tres compañeros de Dorothy en el Mago de Oz, todos buscamos cerebro, corazón y coraje sin saber que ya lo tenemos, sin darnos cuenta de que solo hay que sacarlo de nuestro interior.
ResponderEliminarMe he sentido muy identificada con tu escrito, pero seguro que no te sorprende. Sigue escribiendo. Siempre.