Relato auto-reflexivo

lunes, septiembre 18, 2017

 "El valor de lo intangible"


Sentía algo crecer en su pecho, una emoción pura y auténtica. Felicidad y plenitud magnificándose por deleites que hallaba en sus canciones favoritas y una tarde lluviosa y gris. Fruto de un día completo, claro. Pues todo influía en su estado de moderado extasis: Una mañana de clase normal, un medio día de paseo por Barcelona y otra de visita a la librería con su gran amiga dreamer. Después de esto, una comida compartida en un lugar de dudable calidad gastronomica pero indudable buen sabor.
Y para culminar un abrazo nacido del corazón de esta gata arisca a veces amorosa, la tarde de terapia y la vuelta a casa en tren con sabor a café y a chocolate. 
¿Como no ser feliz con todo esto?
Sí, vale, puede que tuviera cosas que corregir en su vida, pero todas tenían solución y no había problema que en ese momento le supusiera una traba a sentirse así de pletórica. 
No había nada que se interpusiera a la capacidad de ver en las pequeñas cosas el espíritu dormido que ella estaba despertando suavemente. Aunque no os creáis, quería gritarles que gracias y que no volvieran a caer en un sueño profundo. 
Fue entonces cuando los espíritus de esas cosas le susurraron que jamás dormían, si no que era ella quien no los veía, que el frenesí de su día a día se lo impedía. Las prisas le impedían disfrutar de unos momentos como un amanecer, como del contemplar un cielo, como de sentir su esencia en la piel y más, más allá de esta bajo las capas de músculo y demás...
De despertar el propio espíritu de la chica.
Sus ambiciones la volvían a veces una loca corriendo no una maratón, sino otras cuantas. Los espíritus de las pequeñas cosas le dijeron que tenía que saber renunciar para salir exitosa en todas las que quería participar. Y entonces así llegaría a la meta con una garantía que no arriesgara su salud ni pusiera en evidencia los resultados.
{{Porque claro que importa el recorrido, pero también cómo lo hagas, cómo lo empieces y es que no sabes como terminará, solo que debes terminarla de la mejor manera que puedas y sepas. Si te vuelves demasiado exigente y pierdes el equilibrio y el control sobre los objetivos y el anhelo se esfuma, es que debes aminorar la marcha. No puedes correr muchas maratones seguidas, claro que no...}}
Ella aprendió eso. Que no podía ganarlas todas ni llegar la primera, pero que podía terminarlas. Porque eso no era una maratón si no una triatlón (por decirlo de alguna manera) puesto que en su vida estaba persiguiendo unos cuantos sueños, elaborando proyectos y planeando otros.
Y estos, aunque le quitaban a veces el aliento, a veces el sueño y en ocasiones le arrancaban una lágrima, un suspiro y sudor y cansancio, se compensaba. Con las sonrisas, las risas de mientras y la satisfacción del después y la ilusión que había sentido en ese previo empezar...un y otra vez.
Todo en una balanza donde el equilibrio de lo bueno y lo malo se mantenía en una danza variable. Porque, según ella pensó, cayó en la cuenta de que así es la vida. Y esta,  más que balancerase puede caerse o dar un giro de los que no te esperas y ni siquiera estás preparado. Pero lo estamos por instinto, por superviencia, por la capacidad de adaptación...
Y eso más que nadie lo sabía la naturaleza, los susurros le decían que se relajara, que no debía pre-ocuparse por nada ni por nadie, sino que debía ocuparse y desocuparse debidamente.
Quizás el susurro estaba en su cabeza, en su reflexión, en su incipiente sabiduría adulta de aquellas personas que han vivido malas experiencias y han resurgido de ellas una tras otra vez.
Y en cada resurgimiento tiene más valor y cada rasguño te vuelve más sabio y hace de ti una perla de esas brillantes y qué mostrar al mundo.
El poder transformador del dolor y el sufrimiento en algo bueno y bello...
En algo productivo si no.
Se sentía tranquila, sosegada, con algunos miedos a los que mirar a los ojos cuales monstruos, con ganas de pasar a la acción e iniciar el camino hacia su despertar.
Estaba más que preparada, tenía más ilusión más que temores, se sentía valiente, capaz, rodeada de amor y personas increíbles.
INVENCIBLE.
Gracias a todo y a todos, gracias a ella misma por luchadora, por guerrera y apasionada.



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